A lo largo de la historia y con el afán de comprender la conducta humana, la génesis de las emociones ha sido estudiada muy a fondo. Esto ha permitido dilucidar qué son las emociones, cómo se producen, cómo intervienen en nuestras acciones, entre otras interesantes características de este tema. Bajo esta premisa, la Psicología ha definido a las emociones como un proceso psicológico que se genera en respuesta a un estímulo y que permite adaptarnos. Ante esto, podemos inferir que las emociones disponen de tres componentes básicos: estímulo, reacción y acción.
Todos los días experimentamos emociones, de forma consciente o inconsciente. Estos fenómenos, son considerados como respuestas multifactoriales que suelen desarrollarse muy rápidamente y que desencadenan una cascada de eventos caracterizados por la pérdida del control de: la experiencia subjetiva, expresión facial, procesamiento cognitivo y cambios psicológicos (Fredrickson B., 2001).
Dicho de otro modo, al experimentar una emoción se produce en nosotros una serie de cambios fisiológicos, generados a través de una respuesta del organismo frente a dicha emoción (se acelera el corazón, se liberan hormonas, se llevan a cabo varios procesos fisiológicos). Se acompaña de una expresión facial, cambio de actitud o de postura; es decir, se comunica a través del lenguaje corporal. Dispone de un componente cognitivo, el cual no es más que la capacidad mental que tenemos de hacernos conscientes de esa emoción (procesamiento de la emoción). Y finalmente predispone a llevar a cabo una acción en respuesta a esa emoción, que puede o no ser adecuada.
Las emociones son imprescindibles en nuestras vidas, ya que nos conducen a la acción y permiten que nos adaptemos. Esto ha resultado particularmente interesante a lo largo de la historia, ya que es esta capacidad adaptativa la que ha permitido que como especie, hayamos logrado sobrevivir. Todos los procesos derivados de las emociones ocurren muy rápidamente, dependiendo del estímulo y de la emoción desencadenada podría tratarse de segundos, y es esta tendencia a la acción lo que se traduce en el proceso adaptativo característico.
“Las emociones son contagiosas. Todos lo conocemos por experiencia. Después de un buen café con un amigo, te sientes bien. Cuando te toca un recepcionista mal educado en una tienda, te vas sintiéndote mal.”-Daniel Goleman
Paul Ekman se destaca en este tema por haber estudiado y determinado cuáles son las emociones básicas. En la Psicología aún se recurre este modelo, ya que engloba muy bien de manera estructural todas aquellas emociones que como humanos compartimos y somos capaces de reconocer. Este investigador buscó en distintas culturas emociones que pudieran considerarse universales. Concluyó que las emociones básicas son: el asco, el miedo, el enfado, la sorpresa, la tristeza y la alegría. Parecen estar determinadas en nuestro código genético (origen biológico), ya que se encargan de prepararnos para acciones importantes en el proceso de selección natural. Éstas emociones básicas se combinan y a partir de ellas surgen todas las demás emociones. Tienen una expresión facial asociada característica, que son de carácter universal. Con el tiempo y tras muchas otras investigaciones, Ekman amplía estas emociones básicas, descubriendo otras que a pesar de no necesariamente disponer de una expresión facial característica, sin duda alguna son de carácter universal y parecen intervenir en nuestros procesos adaptativos; entre ellas destacan: la satisfacción, el placer, la vergüenza y el entusiasmo.
A simple vista, las emociones básicas parecieran tener una connotación negativa; pero no cabe duda de que las acciones que generan son vitales para nosotros. Si nos encontraramos frente un a un león hambriento, el miedo sería la emoción que se dispararía; al hacerlo nuestro instintivo organismo activaría todos los procesos fisiológicos para preparanos para correr, esto se vería evidenciado con una expresión facial y postura corporal característica, acto seguido llevaríamos a cabo una acción (correr, atacar, etc), lo que permitiría el desarrollo de procesos psicológicos que nos hicieran conscientes de esa experiencia.
De acuerdo a esto, podemos clasificar a las emociones en negativas y positivas. En términos generales, las emociones negativas son aquellas que nos generan malestar y las positivas son las que nos generan agrado. Pero es de gran importancia aclarar, que el hecho de que las emociones negativas no sean agradables, no quiere decir que sean malas, ya que como se ha mencionado anteriormente, permiten que nos adaptemos adecuadamente ante situaciones de adversidad y en consecuencia sobrevivamos.
A lo largo de la historia, las emociones negativas han sido estudiadas mucho más que las positivas, debido a todas las enfermedades, trastornos y síndromes derivados de este tipo de emociones, así como por su importancia desde el punto de vista evolutivo. Dentro de la Psicología Positiva, se ha dedicado más tiempo al estudio de las emociones positivas (esperanza, felicidad, placer, euforia, alegría, etc.), debido a su implicación en la construcción del éxito, el bienestar y la felicidad. Bajo esta premisa, se ha determinado que a pesar de lo que pareciera lógico pensar, las emociones positivas sí nos llevan a la acción, pero de forma indirecta o más sutil. (P.Ej: La alegría no necesariamente nos hará correr o saltar, pero una persona alegre experimentará más creatividad, su capacidad de experimentar nuevas cosas aumentará, la disposición a afrontar nuevos retos será mayor, etc.) (Fredrickson B., 2001).
Otro aspecto también importante de mencionar, es que en general, las emociones no son excluyentes: se pueden experimentar emociones positivas y negativas simultáneamente. Sin embargo, una de las bases de la Psicología Positiva ante este tema, es que el daño que provocan algunas emociones negativas puede ser disminuido por el desarrollo de emociones positivas.
Las emociones positivas experimentan un proceso de retroalimentación positiva en nuestra vida; amplían nuestra mente, generan más posibilidades e ideas sobre lo que podemos hacer para resolver nuestros problemas, ayudan a construir recursos personales incrementando nuestras capacidades, intervienen en el aumento de nuestra creatividad y motivación, entre otros increíbles beneficios.